lunes, 26 de marzo de 2012

1589 - Cuzco

Tieso entre las sábanas, Mancio Serra de Leguízamo descarga la conciencia. ante notario, dicta y jura:
- Que hallamos estos reinos de tal manera que en todo ellos no había un ladrón, un hombre vicioso, ni holgazán, ni había mujer adúltera ni mala...
    El viejo capitán de Pizarro no quiere irse del mundo sin decir por primera vez:
- Que las tierras y montes y minas y pastos y caza y maderas y todo género de aprovechamientos estaban gobernados o repartidos de suerte que cada uno conocía y tenía su hacienda, sin que ninguno otro se la ocupase ni tomase.
     Del ejército de conquistó el Perú, don Mancio es el último sobreviviente. Hace más de medio siglo, él fue uno de los que invadieron esta ciudad sagrada de Cuzco, saquearon las joyas de las tumbas y las casas y a golpes de hacha arrancaron las paredes del Templo del Sol, tan cuajado en oro que sus resplandores daban color de difunto a quien entraba. Según dice recibió del botín la mejor parte: el rostro de oro del sol, con sus rayos y llamas de fuego, que reinaba, inmenso, sobre la ciudad y enceguecía a los cuzqueños a la hora del amanecer.
    Don Mancio se jugó el sol a los naipes y lo perdió en una noche.

Fragmento de "Los Nacimientos" Eduardo Galeano pg 184 (Trilogía Memoria del Fuego)