miércoles, 9 de mayo de 2012

Llenando los espacios de espera por reflexión.

Estamos enfermos y no lo sabemos, o no queremos verlo. Vivimos en una sociedad que ha enfermado por culpa de la inmediatez. El hecho de ser una sociedad globalizada acarreaba unos problemas que pasaron desapercibidos a nuestros ojos cuando con avidez y presura nos íbamos introduciendo poco a poco en ella.
Entre todos matamos la paciencia y ella sola se extinguió. Me atrevería a decir que los niveles de paciencia son inversamente proporcionales a la velocidad con la que nos conectamos a Internet.

Para tener una perspectiva más amplia, remontémonos 50 años atrás. No hace tanto, ¿no?. Pongámonos en situación. No había móviles, pc's, televisión, ADSL, teléfono, cámaras (analógicas ni digitales), coches... existían algunos periódicos y algunas radios, pero eso era todo. ¡¡Menudo contrapunto!! Si alguien de los años 50's despertase súbitamente en éste 2012 volvería a caer fulminado en su tumba de tanto concepto nuevo que tendría que asimilar. Sin embargo, si alguien de 1850 fuese transportado a 1950, no extrañaría quizás tanto su recién abandonada época.

Pongámonos en la posición de nuestros abuelos, los cuales también colonizaron el mundo. Emigraron a otros países sin la ayuda de tanto avión, tren de alta velocidad.... en no tan tortuosos viajes como nos podríamos imaginar. ¿Cómo mantenían el contacto con la familia? El único medio a su disposición era el correo, y si se trataba de algún acontecimiento urgente, el telégrafo, pero éste último estaba reservado a quienes pudiesen permitírselo. Contando, claro, con que supiesen leer y escribir... En ésta época la paciencia era una virtud constantemente por todos cultivada. Aun no podían llegar a imaginarse en qué degeneraría el mundo que con tanto esfuerzo nos dejaron como legado. ¡¡Qué felices vivían sin ansiedad ni estrés!! Mandaban una carta y podían permitirse el lujo de seguir viviendo todo el tiempo necesario hasta que llegase a su destino y volviese la contestación. Aun cabía vida entre cada comunicación.

Hoy vivimos la era de la inmediatez en plena explosión expansiva. Tenemos emails, redes sociales, móviles, coches, televisión, mensajería instantánea... Y yo me pregunto. ¿De qué nos sirve? ¿Acaso han aumentado los procesos comunicativos cuantitativa o cualitativamente? ¿Hablamos más con los demás por disponer de vías instantáneas? ¿Realmente nos son necesarias o nos facilitan la vida? Si cuando estamos con alguien ya no tenemos de qué hablar porque conocemos su vida, sus circunstancias personales, sus pensamientos, sentimientos, aspecto, acontecimientos... gracias a las redes sociales. Si cuando estamos compartiendo tiempo con una persona le estamos prestando atención al mundo virtual en lugar de disfrutar del aquí y ahora, ¿Para qué quedamos entonces con la gente? Si cada día hay más personas que se sienten solas cuando existen infinidad de canales para comunicarnos con los demás.

¿Qué nos está pasando? Allá por donde miro veo gente ansiosa. Gente estresada que parece que va a morir dentro de 5 minutos, y si no recibe aquello que necesita en ese instante de tiempo estará condenada a una eternidad de incertidumbre. Es que no me ha contestado al mensaje que le dejé... Es que no he conseguido esto... Es que no me ha llegado aquello... Es que quiero esto y lo quiero YA!!... Es que no se me soluciona tal problema... Es que llevo demasiado tiempo esperando... Parece que se nos va la vida esperando en vez de disfrutar de la vida que dejamos escapar preocupados entre espera y espera.

Personas que leáis esto. Eso es vivir. La vida es aquello que transcurre desde que nacemos hasta que alcanzamos ese inevitable momento que a todos por igual nos llega -tarde o temprano-. La muerte. Sólo podemos tener certeza de eso. Vivir preocupados esperando algo que puede o no puede llegar es una pérdida de tiempo, porque no podemos controlar el mundo ni sus circunstancias.

No creo que nadie se pase una vida esperando a la muerte (a sabiendas de que éste será el único hecho que irremediablemente nos llegará) preocupándose por ello en lugar de disfrutar cada momento que tenemos de vida. El tiempo -o la espera- no es un castigo o tortura que nos impone el destino, es una bendición y una suerte. Disfrutad esperando. Disfrutad viviendo. Disfrutad hasta de los segundos que ha tardado en cargar este mensaje. Dedicad vuestro tiempo en hacer cosas que os parezcan productivas en vez de estar renegados esperando algo -que puede o no- suceder. Al fin y al cabo VIVID, porque eso es la vida, una constante espera hasta que viene la chica de la guadaña, y quién sabe si después lo único que nos queda es un espacio infinito de tiempo infinito de incertidumbre, espera y quizás vacío.