miércoles, 18 de abril de 2012

Nóbel, los premios de la vergüenza y la hipocresía.



Alfred Nobel se estará retorciendo en su tumba al comprobar en qué se ha convertido la farándula de estos premios que él, en su sentimiento de culpabilidad por tamaña invención (la dinamita para los menos ilustrados), decidió entregar a los personajes que más hubieran hecho en beneficio de la humanidad en cualquiera de estas facetas: física, química, medicina, literatura o la paz mundial.




Y llegados a este punto me pregunto: ¿Quién decide o bajo qué criterio son elegidos los adjudicatarios de tan alto honor? ¿Qué trágica parodia de mundo es éste en el que vivimos? Los norteamericanos, por nombrar a los que más a mano me pillan, deberían de estar vetados en el acceso a los mismos en la categoría "La Paz Mundial", y son los que más oros cosechan en estas olimpiadas.

Algunos ejemplos de ello:


Theodore Roosevelt. 
Primer americano en ser agraciado con el Premio Nóbel de la Paz (1901). Autor de la célebre cita:

"Ningún triunfo Pacífico es tan grandioso como el supremo triunfo de la guerra"








Barack Hussein Obama

El 9 de Octubre de  2009 fue coronado con el Premio Nobel de la Paz después de sus grandes esfuerzos por mantener al mundo en una constante situación de guerra, de privación de libertades y derechos,  de mentiras... y sin otras intenciones que soñar cada noche con un país nuevo que invadir, anexionarse, expoliar  y someter a la gran maquinaria bélica de los Estados Unidos de no América.
¿Y todo ésto por qué? Por su ya famoso y conocido: "Yes, we can". Porque somos los amos del mundo y nosotros lo podemos. Aquí se hace lo que se nos antoje.





En breve los chinos comenzarán a producir nóbeles de la Paz en serie, y tanto TU -querido lector- como yo podremos comprarnos uno de estos premios para colgarlos, para nuestro regocijo y de aquellos que nos visiten, en el salón de nuestra casa, en el lugar más visible y así podernos sentir como las mejores personas de este mundo mundanal. Porque si ellos pueden, WE TAMBIÉN CAN.